Para unos, la política es un servicio a la comunidad. Para otros, la política es una profesión para vivir de ella con una buena retribución económica. ¿Cómo distinguir a los políticos? Si es una persona con buena formación y antecedentes éticos que quiere poner sus conocimientos y experiencia al servicio de la sociedad, por un tiempo corto, estamos ante un buen político. Pero, si es alguien busca el poder mediante manipulación mediática con plataformas digitales de desinformación, ofertas populistas, discursos de refundar el país, etc., estamos ante un caudillo maquiavélico que busca eternizarse en el poder y vivir de la política.
Cuando llega al Poder un caudillo, desinstitucionaliza el estado. Organiza el gobierno con un grupo de incondicionales con prebendas y miedos. Despide a los técnicos de las dependencias del Estado con pretexto de la meritocracia.
En Ecuador, a partir del año 2010 en las dependencias del estado se crearon muchos cargos burocráticos con sueldos dorados. Esto fue imitado por los GADs, etc. En el 2015 ya se tenía más de 35.000 cargos en el denominado nivel jerárquico superior. Para una administración dinámica y ética, solo se requiere unos 5.000 de estos cargos, ocupados personas con pensamiento libre, formación y ética.
En el año 2011, el presidente emitió el decreto 813. Éste, estableció la figura de renuncia voluntaria obligatoria. A los técnicos, sin aviso previo, se los notificaba que su partida había sido suprimida. Así, el gobierno puso en los cargos técnicos a miles de personas que tuvieron que volverse incondicionales. La estrategia maestra fue, no darles nombramientos permanentes sino contratos por un año, renovables a gusto de los jefes. Esto permitió al gobierno organizar las contramarchas. Y, sobre todo, construir un grupo de un 25% fanáticos de la sociedad, y con ese porcentaje dominar al 100% de la sociedad ecuatoriana.