Cuando se suele planificar el siguiente año, es muy común encontrar que cada departamento dentro de la organización elabore una lista bastante extensa de requerimientos para estar diez sobre diez en ese nuevo año. De hecho, esexcepcional encontrar que en este proceso se tomen en consideración, además de las propias necesidades, las restricciones naturales que emergen desde los objetivos macro de la organización.
En lo económico y financiero del país, desde lo gubernamental, pasa algo parecido. Los asesores económicos, y en ocasiones hasta funcionarios públicos, ven frecuentemente estos temas de forma aislada. Emiten sugerencias técnicas que “permitirían” poner sobre ruedas a la economía y poner en orden las finanzas públicas, pero al igual que en el ejemplo empresarial, se omite el contexto.
El contexto para esto último es sin duda lo político. El objetivo de un mandatario, de su gobierno, es mantener elevada su aceptación popular, porque esto es lo que le permite gozar de legitimidad para tomar decisiones. El simple hecho de haber sido electo no es suficiente. Una vez electo hay que lograr esa validación constante con la ciudadanía, con su electorado. Y esto se construye precisamente a través de la implementación de políticas públicas, entre estas, las económicas.
La mayoría habla de las finanzas públicas, dice que hay que bajar subsidios, que hay que reducir gastos, que hay que subir impuestos, etc. En principio todo esto luce biendesde lo conceptual, pero no dejan de ser recetas de unlibro de cocina, que generalmente no requieren mayor contexto para lograr el resultado esperado. Sin embargo, el Ecuador de hoy tiene un contexto muy claro, y es que el presidente electo busca la reelección.
Esto provoca que no todas esas recetas sobrevivan. La mayoría de ellas no son matizadas en lo más mínimo con los objetivos principales de un gobierno, del mandatario, con lo político. Lo deseable y lo viable no son necesariamente lo mismo. Hemos prestado mucho oído por largo tiempo a lo primero y poco a lo segundo. Y es por esta descontextualización es que se fraguan las falsas expectativas que a la postre caldean irresponsablemente los ambientes.